Desde hace unos cuantos años tengo la dudosa habilidad de predecir la llegada de una circunstancia esperada, a saber: esperando el colectivo suelo decirle a quien esté conmigo “contá hasta 27 y viene”. Lo mismo cuando espero que lleguen las empanadas, “contá hasta 98 de atrás para adelante y toca el timbre”.
Pero mi capacidad premonitoria no es sólo inmediata: ante cada embarazo predigo la fecha y hora exactas de nacimiento, meses antes del mismo: “no llega al 25, te nace el 19 a la mañana, tipo 11”.
Mi porcentaje de eficacia no supera el 2%, pero por alguna extraña razón sigo creyendo religiosamente en mis poderes y, por supuesto, prediciendo en toda oportunidad.
Y la última pero no menos importante, es la modificación de hechos aparentemente fortuitos debido a mis actos, lo que se podría traducir en que cada vez que prendo la tele o la radio para ver cómo va River, éste mete un gol. El problema es que yo soy de Boca y mi interés es ver cómo River pierde. Tan cierto es esto (y acá sí que no la pifio jamás, tengo testigos) que cuando un gallina está por patear, cambio de canal, lo que segura el yerro irremediablemente. Anoche quise cambiar cuando pateaba Rosales pero, al desconocer el control remoto, tardé y no llegué a tiempo, no pudiendo evitar el gol.
Ustedes no lo saben, pero todos los días leen las palabras de un nuevo mesías.
"...25 ...26 ...27. Llegó."