25 April, 2012

Grandes misterios de la vida

Uno descubre que ha crecido cuando empieza a preguntarse cómo suceden algunas cosas que hasta entonces consideraba que se daban naturalmente. Nos preguntamos cómo se hacen los bebés, quién es Papá Noel, por qué Pedro Aznar no envejece nunca, esas cosas. Algunas cosas las aprendemos, otras las suponemos, otras todavía son grandes misterios.

Uno de ellos es, sin dudas, el origen del champú y las toallas. Por alguna razón inexplicable, en mi baño siempre hay champú y toallones limpios. Sé que técnicamente es mi media mandarina que, en un acto de amor insuperable, siempre mantiene el stock; pero algo no me cierra, para mí que existen duendes de las toallas o algo así. O sea, no jodamos ¿siempre? Para mí que en esto está metido el duende de la tele, ese que hace siempre estén dando un capítulo de La ley y el orden en algún canal.

Otra cosa que nunca pude explicarme es la cámara de fotos; o sea, apretás un botón y lo que ves pasa a estar en una pantalla (y antes en un papel). Dejame de hinchar las pelotas, eso es cosa'e Mandinga. ¿Y el fax? No sólo captura lo que ve, sino que además lo reproduce en el ojete del mundo; uno dibuja una caricatura de Rial y La niña Loly en Santos Lugares, y un cristiano lo recibe por fax en Moscú. De locos.

Después hay otros misterios menores como la capacidad de Nico Repetto para volver a la tele cada 2 años o el hecho de que Falcioni tenga hijos con esa cara, pero uno no puede estar en todo, viejo.

Otro misterio: Blogger no me deja poner foto. Y bué, es lo que hay.

23 April, 2012

Para mí (XIX)

Para mí que Andrea Politti es una mamushka grande y tiene adentro a Baby Etchecopar, que tiene adentro a Julián Weich, que tiene adentro a Alf, que tiene adentro a Lita de Lázzari.

Para mí que si reproducís una canción de Dread Mar I al revés, se escucha la dirección de mail de Yabrán.

Para mí que todos los tatuajes de ideogramas orientales realizados en países occidentales dicen "Puto el que lee"; eso los japoneses lo saben, se ríen en silencio y mantienen el secreto, dejando que los tatuados anden por la vida creyendo que en su antebrazo dice la fecha de su cumpleaños o alguna frase pelotuda tipo "La vida es una tómbola, tom tom tómbola".

Para mí que ni sos vos ni soy yo, es Mouche.

Para mí que el que dijo que no hay mal que por bien no venga, no sabe lo que es ser colorado.

Para mí que el hijo de puta que inventó el jabón shoppinero en forma de huevo que se agarra de un fierrito, no se lava las manos después de mear.

Ojo, para mí, eh.

19 April, 2012

Hay que cambiar los métodos

Nunca entendí del todo la parte psicológica de las entrevistas laborales. O sea, ya pasaste la parte más difícil, que es demostrar que sabés hacer lo que tendrías que hacer (o que podés hacerle creer a alguien eso, que es casi lo mismo), ¿qué necesidad de romper las pelotas con preguntas boludas? "A ver, dibujá una casa y a tu familia". ¿Qué querés saber, cómo dibujo figuras con palitos? Vos dibujás una casa, 7 papás, 3 mamás, un perro y una feta de fiambrín para ver qué hacen, y la tipa te dice "la casa no tiene ventanas, sos emocionalmente inestable".

Si querés saber si el ñato al que estás por contratar es un psicokiller o come sánguches de jamón y durazno, hacé preguntas más específicas, que te sirvan más para armar un perfil.

Por ejemplo: "Dígamé su número de celular". Si te contesta con "quince cinco..." es una persona inteligente y emocionalmente estable. Si te dice "ciento cincuenta y cinco..." echalo ahí mismo, aunque no lo hayas contratado. Si te pide indemnización, dáselá. Si no me hacés caso, te va a matar y va a mear tu cadáver. Lo mismo aplica al decir la dirección de la casa: si es "Larrea tres cinco dos cuatro" o, a lo sumo, "Larrea treinta y cinco veinticuatro", está ok; si te tira un "Larrea tres mil quinientos veinticuatro", llamá a Seguridad.

Otro ejemplo, una pregunta capciosa: "Si Majul y Mouche estuvieran muriendo de sed y tuvieras sólo un vaso de agua, ¿regás una planta o te mojás el pelo?". Si se ríe y piensa que es una joda, denuncialo. La única respuesta posible es "me lo tomo yo y dejo un poquito para enjuagarme las manos".

Después nos preguntamos por qué cada tanto aparece un loquito en una oficina, hace la fiesta del agujerito y los disfraza a todos de gruyere con un a '45 recortada. Porque le hacen dibujar un árbol y un perro, boludo, ¿por qué va a ser?

¿Tiene algún hobby?
Sí, imitar empanadas.
Está contratado.

17 April, 2012

Injusticia divina

Dicen que la vida es un Ying Yang, que existe un balance cósmico, que es una de Messi y una de Mouche. Bueno, no. ¿Querés saber por qué no? Anotá:

Si existiera la justicia, habría un local de venta de cables o una librería por cada zapatería.
Si existiera la justicia, la gente que da besos con el lado izquierdo de la cara pagaría doble ABL o algún impuesto específico a la pelotudez facial.
Si existiera la justicia, Guatemala no podría haber salido indemne después de haber dado a Arjona y asesinado a Facundo Cabral.
Si existiera la justicia, Crischiano Gunaldu sería feo o pobre o malo jugando al fútbol, al menos una de las tres cosas, siendo que yo no soy ni lindo, ni millonario ni buen jugador.
Si existiera la justicia, la manzana verde, el morrón amarillo y la lechuga criolla dejarían de existir, dejándolé su lugar a los infinitamente más lógicos manzana roja, morrón rojo y lechuga mantecosa.

Pero, como todos sabemos, la justicia es una leyenda urbana, como la muerte de Víctor Sueyro o la existencia de alguien que atienda en los 0-800 CÓMO MANEJO.

Hablale de justicia a la enana Feudale, dale.

13 April, 2012

Sobre la belleza y el índice garchatorio

Un estudio colaborativo realizado por la Wisconsin University y la Universidad de Lomas de Zamora arrojó resultados tan sorprendentes como polémicos: en la mayoría de los casos, las mujeres feas garchan más que las lindas, mientras que los hombres lindos garchan más que los feos.

Esto se debe, en ambos casos, a la misma razón: todos (mujeres lindas y feas, hombres lindos y feos) son conscientes de su condición, y actúan al respecto; las guapas se hacen rogar porque se saben guapas, mientras que las feas entendieron el juego y compensan la falta de gracia natural con una eficaz actitud y gauchitez, obteniendo hasta un 62% más de beneficios carnales.

En los hombres sucede lo mismo pero a la inversa: como su única finalidad en la vida es mirar fútbol y ponerla, el lindo utiliza sus recursos para satisfacer sus necesidades y jamás gastará un minuto de su vida en hacerse desear; al contrario, aprovecha su virtud y garcha más que Nico Cabré. El feo, conocedor de su condición, come heroicamente lo que puede, cuando puede y como puede, aunque también se vale de otros atributos como el buen humor o la posesión de un marsupial sobrealimentado entre las piernas.

Ojo, esto lo dice la Universidad, eh, yo no tengo nada que ver.

Está contenta porque garcha más que Megan Fox.

11 April, 2012

La vida está mal

Ante todo, aclaremos: hay cosas que están mal pero son inevitables; el millonésimo terremoto en Sumatra, el balde capital de Mouche, la flagrante cara de pelotudo de Amigacho, esas cosas no se pueden evitar. Cuando me refiero a cosas que están mal es porque hablo de cosas que podrían ser de otra manera, pero no.

La puntuación del tenis está mal: 15, 30... 40. ¿Cómo cuarenta? ¿Por qué 40 y no 45? Digo, si vamos a hacer una pelotudez, que sea lógica.

Parque Chas está mal: eso de perderse es un mito, aunque siempre existirán las sospechas de que Yabrán y María Cash juegan al dominó en un bar de Gándara y La Haya. Lo que sí está mal es que la esquina de Victorica y Bauness está dos veces. ¿Estamos todos locos? Es como si estuvieran dando La ley y el orden en 2 canales a la vez. Ah, no, pará...

Facebook está mal: la mayoría de los usuarios no es consciente de que el FB te botonea al grito de "Juan Pérez ha leído el artículo 'La diminuta tanga de la actriz de Glee' o 'Un dedito en el anillo alargaría la vida'". Y ahí andan todos, haciéndosé los fascinantes y en realidad todos sabemos que son violentos pajeros.

La semana santa está mal: las Pascuas deberían ser el jueves y los otros 3 días debieran ser para reponerse del atentado gastronómico perpetrado. Pero no, nos rascamos la pinchila 3 días, morimos el domingo y el lunes estamos hechos mierda. ¿Quién la planificó, Rodríguez Larreta?

Bueno, en realidad hay tantas cosas que están mal, que podría estar escribiendo hasta el domingo que viene. Pero, como la vida está mal distribuida, tengo que trabajar. Así no se puede, eh.

Esto está mal: Batman no usa barba.

09 April, 2012

Estrategias callejeras para mirar culos

Desde tiempos inmemoriales, uno de los grandes placeres de la vida del hombre es relojear un culo; ya sea en la calle, en el laburo o en la fila del Rapipago, siempre hay un culo para mirar. El problema radica en que la mayoría de nosotros no acepta ese hecho como algo natural sino como un acto vergonzante (como si nos hubieran enganchado toteándonós mientras miramos a Narda Lepes cortando una cebolla de verdeo en juliana), así como a la mayoría de las chicas les parece mal que les pispeemos el baúl. Ya en épocas pretéritas, los homo-sapiens se hacían los que buscaban un brontosaurio en la lejanía, cuando en realidad le estaban relojeando el caquero a la vecina.

Por eso, con el tiempo fuimos adquiriendo ciertas habilidades observatorias, que nos permiten (o eso creemos nosotros) mirar felizmente un poto sin ser descubiertos. A saber:

- El "recuerdo repentino": la vemos venir hacia nosotros, no sabemos si va a estar buena o no, pero nuestro instinto nos dice que tenemos que darnos vuelta. Entonces la dejamos pasar y, segundos después y como si hubiéramos recordado algo terrible, nos damos vuelta bruscamente, como si fuéramos a volver sobre nuestros pasos con urgencia. Acto seguido, mientras nos hacemos los que recapacitamos al tiempo que fichamos el cortachurros, ponemos cara de "ah, no, al final estaba todo bien", por lo que retomamos nuestro camino original.

- El "problema con la luz": el mismo caso de antes, pero cuando la chica nos pasa por al lado, amagamos con mirar la hora; ahí nos hacemos como que no vemos bien, por lo que debemos darnos vuelta para ver mejor, aprovechando la ocasión para el deleite visual. Una vez resuelto el tema horario, volvemos a nuestro avance habitual.

- El adelantado: hay minas que de frente ya tienen un gran culo. A esas se las identifica de lejos, mucho antes de que se nos crucen; en esos casos, nos damos vuelta antes que la chica nos pase, como si buscáramos alguna información en el camino que hemos dejado atrás. Al no haber perseguido a nadie con la mirada, uno se sabe en plena inocencia de acto; y ahí está: la chica nos pasa por al lado (porque nos hemos quedado quietos, lógicamente) y nos obsequia el agradable espectáculo. La miramos todo el tiempo que nos plazca hasta volver a nuestro cauce, o la seguimos si nos parece adecuado.

Estas son cosas que hacemos algunos hombres. Si hay más tips, compártanlós. También quisiera saber si las chicas se dan cuenta de estos modus operandis y, sobre todo, mencantaría leer confesiones. Qué miran, cómo la caretean, etc. Porque acá tenemos que aprender todos, quétecrés.

"¿Dónde está el vendedor de pastelitos? A ver del otro lado..."

04 April, 2012

Promesas

- Alguna vez prometí teñirme ridículamente de azul si Boca ganaba la Libertadores, y cumplí.
- Alguna vez aposté que me iba a la popular de River con camiseta y todo si nos ganaban; nos ganaron y no fui.
- Alguna vez prometí que bajaría 10 kilos y cumplí.
- Alguna vez prometí que si me encontraba con Mike Amigorena le comentaría lo mucho que me aburre y lo muy pelotudo que me parece; hace poco lo vi por laburo y no se lo dije.
- Alguna vez prometí dejar de fumar y, después de 15 años, dejé.
- Alguna vez prometí que mi hijo no conocería la existencia de Winnieh the Poohto, y ahí están sus pañales con la cara del oso morfeta y adicto a la glucosa.
- Alguna vez prometí que jamás trabajaría para Majul; me tocó entrar como guionista a una radio en la que él trabajaba y puse como condición escribir para cualquiera menos para él. Ya tenía su propio guionista, porque siempre le pasa lo mismo.
- Alguna vez prometí que si me daba cuenta que este blog ya no estaba bueno (si es que alguna vez lo hubiera estado), lo cerraría; acá estoy, todavía escribiendo desde el blog, gritando solo como Cecilia Pando en una Creamfields.
- Alguna vez prometí que el pibe mío no diría estupideces como babau o tutú, y cumplí. En lugar de eso dice "el auto, el auto, el auto, el auto, el auto, el auto, el auto, el auto, el auto, el auto, el auto", pero por lo menos lo dice bien.

Las promesas están para no hacerlas; si no se puede evitar, hay que incumplirlas; y, en caso de fuerza mayor, cumplirlas y sólo recordar esas, acusando con el dedo a los incumplidores. Con la suficiente práctica y un poco de suerte, se puede llegar a ser intendente o delegado municipal. Te lo juro por las nenas.

"Hasta Tinelli y el Maipo no paro", dijo. No habría cumplido.

03 April, 2012

Cosas que no sé

El problema de no saber cómo hacer algunas cosas no radica en no saber, sino en tener que hacerlas igual. Sacando el ítem "fútbol amateur", el cual es practicado en un 93% por gente que no sabe, el resto de la vida se trata de ir evitando situaciones como ésa. Lo cual es lógico, claro.

En mi caso, hay muchas, muchísimas cosas que no sé, pero algunas no puedo evitarlas y las sufro, mucho las sufro.

No sé ir a viveros: el otro día estuve en uno, me quedé solo un momento y no sabía ni qué tenía que mirar. O sea, hay plantas, un montón de plantas. Y enanitos, carretillitas, regaderas, cacatúas de madera, sapos, columnas romanas, fuentecitas de agua, de todo; y yo no sé qué hacer con todo eso. ¿Qué se hace? ¿Se mira? ¿Se pregunta por el Ligustrum Texano para descubrir que es una simple libustrina? ¿Es ligustrina o libustrina? Encima hay un montón de gente, un montonazo. ¿Me vas a decir que toooooda esa gente sabe qué se hace en un vivero? Y otra cosa: ¿no hay viveros en otro lugar que no sea Escobar? ¿Escobar es el Warnes de las plantas?

No sé ir a locales de repuestos de auto: apenas entrás, el tipo ya sabe que uno no sabe un carajo, y ahí empieza la sensación de que te van a romper el orto por burro nomás, por indigno. Entonces ahí no sé si decirle "mirá, no entiendo nada, se me rompió el cosito de goma ese de la puerta" o "qué tal, ¿repuestos de Ford? Ahá, me fijo y te digo" y pararme a mirar un montón de cosas carlosteviformes sin entender, hasta rendirme y pedirle el cosito de goma.

No sé qué hacer cuando sube una gordita dudosa al tren: nunca sé si ofrecerle el asiento pensando que está embarazada, y comerme una puteada u ofenderla jodidamente, aunque no me diga nada. Entonces no hago nada, pero me siento como el orto, por lo que habitualmente me hago el que me bajo ahí y no que le estoy dejando el asiento.

No sé cómo dejar de ser un pelotudo: nada, eso.

Cuantas cosas, ¿verdá?

No sé sacar fotos con flash...