Dicen que un día Dios creó al hombre y a la mujer y, también dicen, los hizo a su imagen y semejanza. Salvo que Dios sea Oggi Junco, yo empezaría por preguntarme quién puede ser semejante a un hombre y una mujer al mismo tiempo, pero bueh, lo tomo como una licencia poética.
Decía, los creó y los puso en el mismo paquete, suponiendo que se los puede clasificar en una misma categoría: humanos, ponele. Está claro que la pifió. O sea, sí, somos todos humanos, pero somos tan parecidos hombres y mujeres como lo son un colibrí y un águila en el mundo de las aves.
Ejemplos de las diferencias de género hay miles, desde la forma de manejar hasta la temperatura corporal (todos sabemos que las mujeres están 7 grados por debajo de los hombres), pero hoy nos referiremos a una de las más marcadas: el uso del tiempo. Para muestra, un botón, o un montón de botones:
- Cuando a un hombre se le pide que realice una tarea que no desea (arreglar la canilla, hacer un agujerito en la pared y pelotudeces semejantes, al parecer imposibles para una fémina), éste elegirá hacerla cuando nada sea más importante. La mujer, en cambio, se rige por la inquebrantable Ley de la Inmediatez: si la canilla no está arreglada en 5 minutos, puede desencadenar un desorden hormonal absolutamente poco recomendable.
- Para la mujer, dormir es perder el tiempo; para el hombre es aprovecharlo. El tema es que el hombre no obliga a la mujer a dormirse...
- Si un hombre está jugando a la PlayStation, la mujer considera que éste está al pedo y automáticamente le endilga una ocupación, lo que pone en juego en el primer punto de este informe. El hombre, en cambio, estuvo esperando para poder hacer eso después de ocupar casi todo su tiempo con tareas innecesarias como sacar la basura o arreglarle la manija a la puerta del mueble gris.
- "Ya voy": del latín
voyum at entretiempum del partidae, para el hombre es una frase conceptual, un rejunte de caracteres de simple carácter informativo. Para la mujer es literal y, por consiguiente, la sola mención implica una infracción ya que, por supuesto, el hombre no va a ir
en ese momento.
- Para la mujer promedio, el ocio no es una actividad sino una ausencia de ella. Por eso necesita llenar el tiempo que ocupa, por ejemplo, ver una película o un capítulo de una serie, con otra actividad como planchar o arreglar un media. De ese modo se gana entretenimiento y tiempo.
Este informe adolece de objetividad de género ya que, inevitablemente, el cronista pertenece por naturaleza a uno de los grupos descriptos. Hecha la aclaración, se entrega este informe a quien verdaderamente pertenece: la raza humana toda.
¡Ya voooooy!