30 November, 2009

Gueim ouver

En absoluta discordancia con el discurso avinagrado de los viejos puristas que dicen que los chicos de hoy no saben divertirse sin una Playstation o una PC, quiero decir que los juegos a los que jugábamos de chicos eran, cuanto menos, estúpidos. A saber:

- Piedra papel o tijera: hay que estar muy aburrido y tener muy poca inventiva para decidir que un puño es una piedra, dos dedos estirados una tijera y una mano abierta un papel. Eso para empezar. Después tenés que ser muy retorcido para encontrar divertida la idea de “ganar” cuando el papel envuelve a la piedra, la piedra rompe la tijera o la tijera corta el papel. Además, lo único medianamente lógico es la tijera cortando el papel. La piedra que rompe... qué se yo, sí, se rompe, pero es bastante raro. Y un papel que envuelve una piedra... debe haber pocas boludeces más grandes que esa.
- El Mensú (juego de niñas): dejando de lado lo aburrido del ejercicio físico de chocarse las palmas como psicóticas, parémonos a analizar la letra de la canción: mensú famelo melo, qué melo, qué melo. Los guantes se me fueron al suelo, al suelo. Chiqui bum bum bum, chiqui bum bum. Melo que te viene, melo que te va, A, E, I, I, E, A. O sea, de chicas cantan mensú, de grandes aserejé. Y uno espera que de eso salga algo bueno. Tamo al horno.
- El terrame: éste no era un juego en sí sino una manera de elegir compañeros para otro juego, dejando la elección en manos del azar (mentira, era una cuenta matemática y todos sabíamos a quién le iba a tocar), también constituida por una canción poco menos que lisérgica: terrame terrame tesín tesán, terrame terrame tepúm bajá. Y ahí bajabas un puño, empezaba otra vez la vuelta y así hasta que quedaba uno solo. Recién ahí empezaba el otro juego, por ejemplo el piedra papel o tijera, que duraba menos de la mitad que el terrame.
- Saltar la soga: ¿puede haber algo más estúpido que saltar una soga? Si la jugadora es buena saltando, pueden pasar horas que lo único que va a pasar es que dos pibitas se aburran horriblemente moviendo la muñeca y deseando que la que salta se enganche un tobillo, se caiga y se rompa el esternón contra el piso. Mientras tanto, la del medio se divertirá sola, porque sabe que las otras la odian y quieren que pierda, y si es posible que se lastime. Y esto cuando no se aburren y arrancan con el mensú.

La verdad, todavía no puedo entender cómo hay gente que dice que lo que jugábamos de chicos es más sano que el Winning Eleven.


Desopilante, no paro de divertirme...

27 November, 2009

EPDD (Encuesta pelotuda del día)

Te queda una sola bala, ¿en quién la gastás?

¿Valeria Lynch o Ricardo Fort?



Pensalo bien, el otro va a quedar vivo...

26 November, 2009

Encontrando la respuesta

Como ya se ha hecho infinidad de veces en innumerables blogs (incluso en éste), hoy nos toca (volver a) referenciar algunas de las singulares (por no decir pelotudas) búsquedas googleanas que terminan por atraer a esos buscadores desprevenidos hacia este recinto sagrado. Y como somos buena gente (me encanta ser uno y hablar en plural), trataremos de no quedarnos sólo con la referencia sino, además, tratar de ayudar* al rastreador. Si llegó hasta acá, que valga la pena.

Porque zulma lobato tiene un ojo corrido

Y mirá, qué se yo. Puede ser de tanto enfocar para atarse el piolín que le tira la pinchila por detrás de la tanga. O quizá un día estaba jugando a ser vizca, vino un viento y se quedó así para siempre, como dicen los mitos urbanos.
Ahora, con tooooodos los problemitas que tiene la pobre anciana, ¿a vos te preocupa que es virola? Yo que vos salgo un poco a tomar aire, te está haciendo mal el encierro.

El nahuelito en tigre

Mirá, no sé cómo decírtelo... bueno, te lo digo: te tomaron de boludo. ¿No te das cuenta que el Nahuel Huapi y el Río Luján no se comunican? Si me decís que lo vieron por el Lácar, esquiando en el Cerro Bayo o tomando chocolate caliente en el Centro Cívico te la creo, ¿pero en el Tigre? Te fuiste al carajo.

Pier nogoyuna

¡Ja, otro paspado que no sabía!

Tener oido absoluto y no darse cuenta

Para empezar, si sospechás es porque sí te diste cuenta. Si no sospechás, qué pregunta más estúpida. Es como preguntarse si uno puede ser hijo de Laura Ubfal y Pocho la Pantera y no saberlo. Y sí, como poder se puede, pero es como un poco improbable. ¿Por qué no vas al Tigre? Dicen que está el Nahuelito y no se dio cuenta.

Los forros me quedan grandes

Uf, qué temita. Te puedo aconsejar un par de cosas: una, envolvete la pinchila con teflón, las vueltas que necesites hasta que el forro no baile; otra, probá con Bombuchas. Una vez que te acostumbrás al tema de los colores, va como loco; y por último, googleá esto desde un ciber: un amigo con un poco de conocimiento de IPs y otro poco de maldad te puede cagar la vida.

Almondiga de tergopol

Dejá de buscar boludeces y anotate en una escuela, pequeño animalillo.

Que tan difícil es ser piloto

Y, depende. Ponele, a algunos les cuesta bastante, van muchos años a escuelas de vuelo y aún así se les hace difícil. En cambio a otros, como mi suegro, vuelan naturalmente, como pajaritos...
¿Me podés explicar qué estúpida pregunta es esa? ¿Qué estabas esperando que te respondan? ¡Dejen de tratar al gúguel como si fuera un cristiano!

Y pensar que cuando no existían los buscadores, la gente le preguntaba estas cosas a los curas. No sé si alegrarme o ponerme a llorar.

* Y bueno Mariano, es lo que hay.


Que conste que no hablé de "roberto en tanga".

25 November, 2009

Decisiones desafortunadas

Todos tenemos en nuestro historial aquél estúpido acto que hoy no podemos explicar de ningún modo. Todos. Desde cosas que en el momento se creen justificables como apretarse a una chica ayuna de toda dentadura, hasta meter el dedo en el enchufe “para ver qué onda”.
Algunos se irán más lejos y hablarán de casarse, esas cosas que si se toman como conceptos abstractos son raros. Otros (como yo) no se explicarán ese tatuaje horrendo que un día pareció una idea genial. Hay de todo.

Pero lo que “le pasó” a un amigo de quien escribe, eso sí que no tiene explicación de ningún tipo. Está bien, era chiquito, todo lo que quieras, pero ni así: un día el tipo consideró que un excelente plan para esa tarde era apoyarse una plancha caliente en la cara. O sea: plancha + un montón de calor + cara de niño.

Después lo lógico: hospital, reconstrucción, tratamiendo de años, etc. Finalmente zafó, pero lo pagó caro.

¿En qué puede estar pensando una persona para hacer una estupidez semejante? Carlitos Tévez todavía no era conocido así que el fanatismo queda descartado.

Yo me creía el más imbécil por haber esnifado el polvito que viene adentro de los caramelos Fizz (te hace un burbujeo en la cabeza que te deja mogólico), pero este muchacho me pasó el trapo.
¿Ves? Ni para eso.


Por suerte zafó.

24 November, 2009

Instrucciones para excusarse convicentemente

Como seres sociales que somos, la vida nos pone frecuentemente en situaciones que preferiríamos evitar pero, como la vida es una mierda, nos toca hacer patria y cumplir con lo establecido. Un claro ejemplo: cuando te piden que hagas algo que no querés hacer, pero no sabés cómo decir que no.

Uno se encuentra miles de veces en situaciones inexplicables, como por ejemplo estar arriba de un techo, en cuero, transpirando bajo los 32°, a los gritos para que el de abajo te pase la pinza, y todo para qué: para instalarle “de onda” el cable a una tía. Y ahí uno se pregunta por qué carajo está haciendo semejante pelotudez, pudiendo haberle dicho no, el sábado no puedo, tengo el bautismo de la hija de la hermana de Martita, ¿te acordás de Martita? Bueno, no importa, una amiga, la cosa es que no puedo. Y listo el pollo, señores. Pero no, uno está ahí arriba porque no sabe decir que no.

Pero qué pasa, al tercer techo que te fumás hace que te jures nunca volver a hacer nada de eso, y ahí empieza la debacle: uno cree que cualquier excusa sirve. Error señores, craso error. Hay que ser MUY consciente de las excusas que utilizamos, porque el receptor de la misma NO OLVIDA. La tía del cable te dice que no hay problema, pero después averigua, pregunta, y en algún momento va a saltar que el sábado estuviste con tus amigos jugando a la play o te cruza de casualidad en el barrio. ¿Y ahí qué hacemos? ¿Le decimos que la nena se hizo atea y al final no la bautizaron? La vendetta silenciosa del que se descubre ninguneado es cien veces peor que el calor del techo, a no dudarlo.

Así que, leidis an yéntelman, aquí les van unos tips fundamentales para la excusa válida e irrefutable:

- Nunca inventar eventos que algún día tendrán que pasar sí o sí: un amigo de la secundaria llegó a sufrir la muerte de 7 abuelos (casi siempre morían los domingos), lo que le impedía estudiar para los exámenes de los lunes. Interesante, yo no conozco a nadie que tenga más de 4.
- Tener muy en cuenta qué es lo que uno va a hacer en lugar de lo que le pidieron: si sabemos que ese sábado vamos a estar en casa boludeando, hay peligro de salir a comprar paleta sanguchera y encontrarnos con la tía. O de atender el teléfono y que sea la tía, y que con una excusa igual de berreta nos diga que “se olvidó” que teníamos el bautismo y llamaba para preguntar una boludez. Entonces, la excusa tiene que ser doble: debe justificar que no estemos donde nos pidieron, y que sí estemos donde estamos.
- La excusa no vence ni prescribe: no vas al cumpleaños de X porque “tenés que salir con una minita”. Listo, empezá a guionar: X te va a preguntar, y como no te va a dar para decirle que no fuiste a su cumpleaños por una minita con la que al final no pasó nada, le contás que hubo onda y que quizá se vean la semana que viene. Y ahí cagaste, porque te va a preguntar cada vez que te vea. Así podés seguir hasta casarte con una mina que jamás existió, o haberte separado de ella y que X te dé una charla acerca de que las minas están todas locas. Era mucho más fácil si le decías que tenías todos los síntomas de la gripe A, y que dicen que todavía no se fue del todo. ¿No te enteraste de la familia esa del Chaco? Terrible...
- La originalidad no es condición sine qua non: algunos, por no quedar como unos mentirosos con excusas prototípicas, inventan sandeces como viajes de apuro por laburo, enfermedades venéreas que se curan al día siguiente, donación de sangre los domingos y boludeces semejantes. No sólo no las cree nadie, sino que además de ser un mentiroso, uno es un boludo.

Este post lo iba a hacer antes, lo que pasa es que se me desinstaló el word y perdí todo...


"¿Pero Martita no era hija única?"

23 November, 2009

Del píxel al papel, sin escalas

Como había comentado hace unos días, la gente de Oblogo eligió un post de SMAEP para publicarlo en el número 26 de la revista. Así es que ahora, además de hacerlo vía interné, montones de desprevenidos lectores se enterarán de mi estúpida relación con los fósforos en una revista de papel.

Por un lado les cuento lo contento que eso me pone; por el otro, les agradezco a todos los que se coparon y fueron a votar y proponer a SMAEP.

Eso nomás. Mañana volvemos a nuestro ritmo habitual.

Graciavó.


En la próxima salgo en bolas mostrado mi casa de Santos Lugares.

20 November, 2009

Haz lo que yo digo...

El otro día pensaba que nosotros, la generación de los yogures para cagar seguido, las toallitas Ayudín para “lavarse las manos” y el alcohol en gel, cuando éramos purretes teníamos costumbres un poquitiiiiiito menos... bromatológicas, digamos.

Por ejemplo el Naranjú: nuestro pasatiempo gastronómico preferido de los recreos de calorcito era chupar un sachet de plástico semiduro impreso en tinta blanca de dudosa calidad, en cuyo interior había... hielo con colorante. Y era la gloria, sin discusión. Y aquí hago un alto: el verdadero Naranjú, el inmortal, el merecedor del premio a la trayectoria, es el de naranja. A lo sumo el de frutilla, que era bastante choto pero como uno era niño a la frutilla se la bancaba a muerte. Después, todas esas mariconadas de manzana, manzana verde y uva, a tomar por culo. Seguro que si hoy existieran, habría Naranjú de frutos del bosque. Una imbecilidad. También estaba el otro, el Naranjín, que era como una naranja de plástico con piquito, pero era para pudientes, como el jugo de manzana Cipoletti. Inalcanzable.

Lo mismo pasaba con las Mielcitas, pero en ese caso era peor: no era un sachet, era tooooda una fila de sachetcitos con un brebaje denso y extradulce en su interior. Y, hay que decirlo, era HORRIBLE, pero por alguna extraña razón a todos nos encantaba, o por lo menos así lo creíamos y no podíamos dejarlo. De grandes nos pasó con Tinelli.

Después estaban esos chicles que venían con calcos que se pegaban con agua, que por supuesto todos pegábamos con saliva. O sea: abrías el paquetito, te mandabas el chicle, después le pegabas una buena lambida (se dice lambida, decir “lamida” es de manfloro) al papel, después otra lambida al brazo o la muñeca, y a pegar. Y un resultado divino: una tinta de lo más sana dibujando penosamente en nuestra piel la cara del Gallo Claudio, William Boo o del Pibe Bazooka, un boludo importante si lo hay. Se llamaba “Pibe Bazooka” y andaba con un parche en el ojo, y para nosotros era lo más normal del mundo. En fin.

Después hubo otras miles de estupideces que, si bien no atacaban directamente a nuestro intestino o nuestro sistema nervioso central, sí dañaba considerablemente nuestra capacidad de raciocinio o, para decirlo un poco más poéticamente, nos convertía en pelotudos potenciales. Por ejemplo: el Locolope. Yo jamás lo tuve ni me interesó, pero al día de hoy me asombra cómo miles de pibitos iban desesperados a comprarse una papa envuelta en una media con una sonrisa dibujada, a la cual ellos tenían que regar para que saque unos brotes de pastito pedorro, igualito al que hay en cualquier plaza. Y ahí andaban los paspados, jugando a ver quién tenía el pastito más largo... ah, ¿vos decís que venía por ahí la cosa? Mirá vó.

Pero bueno, también hay una realidad: que yo sepa nadie se murió por clavarse una mielcita, salvo que haya decidido tragársela para ver qué onda.

Y después les decimos a nuestros hijos “eso no que te hace mal”. Unos caraduras.



El paco de los 80.

19 November, 2009

Entrevista a un viejo choto

En un alevoso y avergonzante acto de autobombo, la redacción de SMAEP decidió entrevistar a alguien que decididamente no tiene nada interesante que contar, pero que tiene algo que los demás no tienen: es el dueño del blog.

A continuación, los mejores pasajes de un reportaje que no suma absolutamente nada:

SMAEP: Ante todo, gracias por venir.
Ale: ¿Ya empezamos con boludeces? Parecés los de los noticieros, que se saludan al aire como si no hubieran estado hablando desde hace dos horas.
SMAEP: Bueno che, ponele onda.
Ale: Tenés razón, el gusto es mío. O tuyo, es lo mismo, si soy yo.
SMAEP: Clá... Bueno, contame: cumplís años.
Ale: Sí, un garrón. Porque es raro esto de los cumpleaños, la gente compra sanguchitos o te regala camisas porque hace X años que...
SMAEP: Ejem... eh, perdón que te interrumpa, pero eso ya lo dijiste el otro día.
Ale: Uh, sí, tenés razón. Me estoy volviendo un viejo repetitivo. ¿En qué estábamos?
SMAEP: Nada, no importa. Cambiando de tema, ¿cómo te fue con el concurso? ¿Lo ganaste?
Ale: No, nunca llegué a participar, porque entraban los que salieron publicados en la revista Oblogo hasta el número 25, y SMAEP entró en el 26.
SMAEP: Bueno, pero estás en la revista.
ALE: Sí, está buenísimo. La reparten en puntos estratégicos de la ciudad, y la gente va a poder leer las sandeces que yo escribo en el subte, por ejemplo. O en la cola del banco, mientras los de la cola VIP pasan rápido. Porque viste que en los bancos hay dos colas, una común y otra...
SMAEP: Ejem, eh... perdón, pero eso también lo dijiste el otro día. Otro “otro día”, pero vos me entendés.
Ale: Sí, tenés razón. Bueno, la cosa es que cumplir años está bueno, al final. La gente te saluda, buena onda. ¿Podés creer que ayer me saludaron como 5 por el feisbuc? El problema es que mi cumpleaños es hoy, y el fesibuc te lo avisa. Mirá que hay gente paspada eh...
SMAEP: Bueno, ya aburrís con el cumpleaños. Bah, aburrís en general. ¿Por qué mejor no te vas a laburar o hacer algo más digno?
Ale: ¿Sabés qué? Te vas a cagar, no te doy más un entrevista. Qué te creé.
SMAEP: Listo, la cortamos acá. Feliz cumpleaños, y gracias.
Ale: No, graciavó. Mamón.


Con vos no se puede hablar, mamerto.

18 November, 2009

Verdades que duelen

Me acuerdo bastante bien cómo me enteré la verdad sobre Papá Noel y los Reyes Magos: el típico amiguito de la cuadra que ya lo sabía y, supongo que enojado por haberse enterado, decidió contarlo al grito de pero cómo no sabés que... (no digo la frase por si hay algún niño googleando “papá noel+piloto+enanos pijudos” o algo así).
Recuerdo que esa terrible verdad me dejaba con una doble sensación de ser un paspado: primero, que lo que uno creía no era cierto; segundo, que los demás lo sabían y uno no. Como dijo Peto Menahem en la radio: conocer la verdad sobre Papá Noel y los Reyes es nuestra primera gran desilusión.
En mi caso, quien llenaba el arbolito de regalos a las 11:58 era mi abuela, y jamás en la vida la pudimos enganchar. Con uno de mis primos que tenía la misma edad, hacíamos operativos comando con vigilancia, trampas y mil giladas más. Todas al pedo. Supimos que era mi abuela porque muchos años después lo confesó mi vieja; recién ahí le solté las cadenas, la dejé ir al baño y le di agua.

Pero, por estas cosas que pasan, involuntariamente la vida me puso del otro lado: de grande fui yo quien tuvo que ver la cara de desilusión de mi propia madre cuando le dije pero cómo no sabés que Milagritos López es Fernando Peña. Le cagué la vida, pobre, y sin intención.

Yo creo que el mito de Papá Noel y Milagritos López lo inventaron los políticos, para curarnos de espanto desde chiquitos. Después de descubrir semejantes verdades, los chanchullos de un presidente son poca cosa.


Mi abuela disfrazada. No era muy linda, pobre.

17 November, 2009

Servicio a la comunidad

Recién estamos a mediados de noviembre, pero hace al menos 10 días que los supermercados, shoppings y súper tiendas están adornados con toda la parafernalia navideña. Esto, que bien podría ponernos un poco nerviosos a los que sentimos que para navidad nos faltan 3 eras geológicas (la mayoría, supongo), nos debería servir de oportunidad: estamos a tiempo de cambiar esas estúpidas costumbres de toda la vida. Sí, como lo hicimos con las actitudes vacacioniles, hoy lo hacemos con las fiestas. A saber:

- Ya sabemos que se viene una infinidad de “che, a ver si nos juntamos antes de fin de año”. Evitemos la pantomima: si nos queremos ver, empezamos desde ahora con el telefonito y a juntarse en noviembre. Después no hay tiempo para nada.
- El laburo: es bien sabido que a partir del 8 de diciembre nadie hace nada, y está bien. El problema son los que saben esto pero no se sacan las obligaciones de encima antes, y se tienen que clavar. Si lo sabemos, resolvamos antes y dediquémonos a festejar todo el mes.
- La comida del 24: la navidad y los cumpleaños son de las pocas cosas que sabemos exactamente cuándo van a suceder, y sin embargo dejamos todo para el final. Tal es así que el 23 a la tarde todavía se discute si matambre o vittel toné (o vitel toné, o vittel thoné, o como se diga).
  • Sub-ítem: iba a decir que encargando el lechón a la panadería con tiempo se solucionaba todo, hasta que reflexioné: ¿por qué en las fiestas se cocinan lechones en las panaderías? ¿Por qué en las fiestas y no todo el año? ¿Por qué nadie se cuestiona esto? ¿Por qué, entonces, no se hacen pizzas en las verdulerías o asado en las fiambrerías?
- Los regalos: lo mismo que antes, ¿qué necesidad de ir el 23 a la noche, pudiendo ir en agosto? Sé que es exagerado, pero ir el 23 es igual de pelotudo.
- Los regalos (bis): ahora que aprendimos que tenemos tiempo, podemos usar la creatividad y eliminar de una vez por todas los desodorantes, las medias o las bombachas rosas, como base. Podemos ir más allá y obviar los CDs, las remeras “de ocasión” y las ojotas. No te digo de hacer un concurso a la creatividad navideña, pero se puede poner un poco de garra, che.
- Los petardos: qué temita. Hay algunos que están buenos, la verdad, sobre todo las cañitas que hacen colores y quilombos en el aire. Pero hay algunas berreteadas que sólo hacen “fiiiiiiiiiii” y pf, desaparecen sin pena ni gloria. A esas, las que no sirven para nada y cuestan una buena moneda (y un ojo, si uno es poco hábil), les decimos NO.
- Las frutas abrillantadas: ni siquiera hay que explicarlo, hay que erradicarlas. Lo mismo con los higos y todas esas cosas gomosas. Lo único que sirve son las frutas secas tipo almendra, castañas o nueces, pero no para navidad; esas son para el invierno. El turrón está en revisión, queda a criterio del festejante. Eso sí, al de yema de huevo le decimos NO, mientras que al de maní blandito le decimos SI.
- Llamar al 113 para saber si son las 12: nos ponemos los relojes en sincro con la tele y listo, nada de andar haciendo la pelotudez que hacen TODOS y que, por supuesto, es al pedo ya que (obviamente) va a dar ocupado.
- La organización de autos para la vuelta: en una fecha en la que es absolutamente sabido que no hay bondis ni remises hasta las 3 AM como temprano, el que se clava es un gil. No es necesario tener auto, sólo es cuestión de organizarse con un tío o juntarse en casa y que se maten los demás.
- La pregunta “¿dónde pasás las fiestas?”: primero, ¿qué te importa? Segundo, ¿te cambia algo que te diga “en lo de mi tía Alcira”? La respuesta invariable es “ah”. ¿Y ahora? Pavos.

Como siempre, hay muuuuuuchos más ítems por desarrollar, lo que no hay son más ganas.


Parece ser que es la única oportunidad del año para comer esto.

16 November, 2009

Que los cumplas, infeliz

Si uno se pone a pensar, es raro esto de festejar los cumpleaños. Es decir, se compran sanguchitos y la gente le regala camisas a uno porque hace exactamente una equis cantidad de años, uno nació. Desde el vamos, suena ombliguista: festejemos que estoy en el mundo, pónganse contentos y regálenme cosas.
Más allá de la valoración misma de la vida, no le veo ningún mérito al cumpleañeros como para que lo feliciten o lo saluden. En todo caso, como sucede siempre que hay alguien a quien congratular, debería felicitarse a los padres, que de última fueron quienes hace X años lograron algo puntual. Visto así, festejar un cumpleaños es como saludar al título universitario en lugar de al recibido. Hasta ahí la primera percepción de este extraño acontecimiento.

Eso sí, la gente no se hace este planteo, y en esta era de las comunicaciones nos acostumbramos a recibir saludos de montones de personas, muchas de las cuales quizá sólo tengan esa comunicación con uno: la religiosa salutación cumpleañatoria. Y ni hablar del cara de libro: llueven los saludos de los “amigos”, la mayoría gente que sabe que uno cumple años porque el feisbuc le avisa con un cartelito. Y no está mal eh, no es una queja, es sólo una observación. En definitiva, saludar por un cumpleaños es un acto de buena onda, y es bienvenido.

Ahora, dejando de lado el planteo existencial, el festejo en sí es complicado. Si uno tiene la suerte de tener más de un grupo de amigos o gente cercana, los cumpleaños se convierten en un suplicio: un living lleno de gente de distintos grupos, que generalmente no se hablan entre sí, por lo que rara vez se arma un clima festejil masivo. Por supuesto que el copetín ayuda a unir voluntades, pero hay muchos, muchísimos casos en que esto no sucede. Sobre todo en casos (como el mío) en que esos grupos se conforman de gente alcohólica y fiestera por un lado, y familias con bebés por el otro: la incompatibilidad es innegable. Entonces uno anda cual quinceañera caminando de grupo en grupo, tratando de pasar un rato con todos, sin terminar de relajarse en ningún momento.

Todo esto sin contar con que hay que ir cada 7 minutos a la cocina a buscar sanguchitos, pizza, cerveza, gaseosa, una mamadera, más cerveza, más mamadera, la torta, la cámara de fotos, etc. Y así hasta que todo termina, la gente se va y uno se queda con un quilombo que, si no lo arreglás en ese mismo momento, al otro día te da ganas de pegarte un corchazo en el ligamento.

O es eso, o es que estoy por cumplir 33 y me quiero cortar la gaviota con un subtepass.


Linda torta.

13 November, 2009

Cáyual Fraidei

Dicen que todos los trabajos tienen su lado bueno: para algunos será el sueldo o la tarea que le toque en suerte, para otros puede ser el buen clima laboral o la posibilidad de crecimiento. Para los empleados de oficina, aquellos que usualmente no tienen mayor motivo de festejo que ver el reloj llegando a las 6 de la tarde, se inventó uno de los "premios" más absurdos jamás vistos: el casual friday.

Algún señor gris con mucho tiempo y mucha mala leche se puso a pensar cómo hacerle creer a miles de cristianos que dejan la piel de lunes a viernes a cambio de chirolas, que son recompensados de algún modo, por supuesto sin gastar un mango. Y así surgió este perverso "regalo": los viernes podés dejar en casa el uniforme o el traje y la corbata, y podés ponerte "lo que quieras". Pero ojo, porque ahí empieza el engaño dentro del engaño: ese "lo que quieras" en realidad no es más que otro uniforme, sólo que más "libre". Nada de irte con una remera con la foto de Zulma Lobato o la camiseta de Cambaceres, ¿so loco vo? El casual friday "sugiere" indumentarias tipo pantalón pinzado color caqui, camisa o chomba preferentemente salmón o pastel, y arriesgadísimo calzado tipo mocasín "Storkman" o "Legacy" para los más pudientes.
Se permite, en caso de usar camisa, tener desabrochado un botón, lo cual permitirá mostrar una conveniente cadenita enchapada en oro, la cual podrá hacer juego con la pulserita del mismo material. También estará bien visto el collar de cuero crudo, no así los collares de caracolitos o de hilo negro, también conocido como "cola de ratón".

Para las chicas es más simple: se tienen que poner lo mismo de todos los días, salvo que los viernes pueden elegir el color. Un fiestón.

Y pensar que hay gente que se alegra con estas cosas. Con qué poco nos conformamos, será de Dió.

En directo desde un lentísimo cyber de microcentro, informó para SMAEP, Ale. Adelante estudios centrales.


Gentileza Google Images, página 4 ó 5, por ahí.

12 November, 2009

Esto ya es demasiado




Estos desconocidos muchachos de la foto se llaman Fabricio Carlos V. (el que parece que se está desgraciando) y Carlos Fabián V. ¿Y a mí qué me importa? pensarás, y tendrás razón, pero igual te cuento: son hermanos. O sea, son hermanos y tienen el mismo nombre. Por supuesto, son hijos de Juan Carlos V., quien a su vez es hijo de Carlos Francisco V. y nieto de Carlos Nosécuánto V.

O sea, todo bien, querés respetar las tradiciones, homenajear a tus ancestros y todo lo que quieras, pero acá te fuiste al carajo. Bah, se fueron al carajo, porque ya no sé ni a quién habría que criticar.

Imaginate si tenés que llamar por teléfono: hasta que lograste dar las indicaciones precisas para que sepan con quién querés hablar, te quedaste sin crédito.

¿Y en navidad? Todos los regalitos con el mismo nombre. Entonces ahí empiezan a elegir ellos de acuerdo a los que les gusta más, pero claro, seguro que ninguno se mata por los calzones o el desodorante, pero por la afeitadora eléctrica se sacan los ojos.

Entonces, la solución no es otra que ponerles apodos. Algún Charly, un Carlongo, Carlite, hasta que se acaban los alusivos y arracan con Toto, Narigón, Pelela y pavadas semejantes. ¿Y qué se logró con eso? Que la tan respetada tradición se vaya al carajo.

Yo no entiendo qué le pasa a la gente. Están todos del gorro, viejo.

11 November, 2009

Donato y Stefano

En la caja de algunos supermercados (y a veces locales como Mc Donalds), nos podemos encontrar frente a una situación que invariablemente nos pone incómodos: la cuenta da, por ejemplo, $89,73, y la cajera nos pregunta ¿quiere donar “los” 27 centavos para la Fundación Favaloro? Y ahí es donde empieza el picadito de papi-fútbol mental: ni lo pienso, ¿qué son 30 centavos?, seguido de todo bien, ¿pero cómo sé que va para Favaloro?, seguido de hija de puta, me lo preguntás sonriente y con cara de “vas a ayudar a Favaloro ¿noooooooo?" ¿Quién te va a decir que no? ¿Quién va a decir “sabés qué, me cago en los niños operados de enfermedades cardiovasculares, dame mis 30 guitas que me compro un Frutifrú”. Y así uno siente que lo están acostando con un mimito, cuando en realidad está donando chirolas para una buena causa.

La cosa cambia cuando el vuelto es de, por ejemplo, 90 centavos. Ahí ya es otra cosa, es casi un mango. ¡Casi un boleto de colectivo! Sigue siendo nada (y cada vez menos), pero la sensación de robo ya es casi palpable. ¿Cuál es el próximo paso? ¿Qué en una cuenta de $89,73 te propongan donar “los diez con veintisiete”? Una vieja en ese caso seguramente se siente tentada de decir a los gritos señorita, ¿usted qué se cree? seguido de un sopapo anverso ascendente.

Pero lo que en realidad pasa es que todo este proceso lleva menos de medio segundo y lo único que la cajera nos escucha decir es sí, claro.

Y así nos vamos, estafados y ultrajados, una vez más. La vida es una mierda.


Dame una monedita.

10 November, 2009

Llamado a la solidaridad

Queridos leyentes: resulta que hay un concurso de posts bloguiles, en el que me gustaría participar con alguno de éste, nuestro queridísimo SMAEP. Lo que a ustedes les toca, si es que tienen ganas y son buenos, es proponer candidatos. Elijan el post al que le vean mayor posibilidad de ganar un concurso y avisemén en los comments avisemén.

EDITADO: bueno, como hay poco tiempo, inscribí dos posts, De tierno a pelotudo sin escalas y la Entrevista a la gripe A.

La cosa es así: tienen que entrar acá, buscar esos dos posts y votarlos para que Oblogo los considere participantes del concurso. Una vez que esto suceda, les avisaré y entrarán a votar directamente por el premio. Una vez finalizado, ganaremos el concurso, y haremos una fiesta con música ochentosa y guerra de tortazos.

¡Vamo' lo' pibe'!

09 November, 2009

Doble pena de muerte

¿Qué le tiene que pasar por la cabeza a un tipo para que decida que va a trabajar de “doble de Luis Miguel”? Antes que me digan “es porque se parece”, hay miles de casos en los que un cristiano se parece a otro, a Majul ponele, y no va y se pone un programa de tele llamado “tributo a La cornisa”.

Ya tenemos más que suficiente con que exista UN Arjona, ¿qué necesidad tenemos de bancarnos, además, a 4 ó 5 fotocopias berretas de Balvanera que roban al grito de “homenaje”?

Y lo que es aún más increíble, inexplicable y, sobre todo, imperdonable, ¿cómo es que hay gente que va a verlos? ¿Qué les pasa? ¿Les cortaron el cable? ¿Se les cerró la puerta de casa y les quedó la llave adentro? ¿Se quieren suicidar y no se le animan a un corchazo o a la sandía con vino? ¿En qué momento un ser racional decide que no hay mejor plan para un sábado a la noche que ir a ver a un “tributo a Arjona”?

Qué jodidos que estamos, será de Dio.


Hay que pegarle con un paquete de algodón hasta que muera.

06 November, 2009

Yo te banco

Una de las actividades más aberrantes y detestables que un ser humano puede vivir, es la de ir al banco. No hay absolutamente nada positivo, nada. Y es indistinto si uno va a pagar una fortuna (el 95% de los casos) o si va a cobrarla: si vas a pagar, bueno, eso, vas a desprenderte de un montón de dinero a cambio de nada (porque no importa si estás pagando el crédito con el que te compraste tu casa, del banco no te llevás nada); y si vas a cobrar, estás angustiado y paranoico como un perejil, pensando que este empleado se hace el bueno pero me marcó, ahí está mirando para allá, sí, estoy al horno, le hizo una seña... ¡le hizo una seña! y cosas así, pero uno nada, aparentando tranquilidad, cara de poker como si todos los lunes a la mañana desayunara una pilita de billetes de cien con mermerlada de frutos rojos.

Después están las colas: una para el cliente premium y otra para la gilada. La primera distinción de clases: el premium no tiene que andar como un ratón de laboratorio por un laberinto de cintas, va derechito a la caja; la gilada sí, al humillante zigzag.
El premium siempre está apurado, mira 27 veces el reloj, se ofusca y mira a la gilada con cara de ustedes no entienden nada. La gilada también está apurada, pero está aún más resignada.

En la cola del populacho (en la premium no alcanza el tiempo) suelen generarse charlas que, indefectiblemente, nacen de un comentario crítico hacia alguna autoridad. El podio de criticados para iniciación de conversaciones es: 1° el gobierno, 2° el banco, 3° Maradona. Toda frase que comience en estos de XXXXX son unos atorrantes tendrá repercusión asegurada, generando una escalada de violencia y malestar que más tarde o más temprano habrá alcanzado a toda la fila, usualmente en grupitos de a 3 personas.

Todo esto bajo la estricta observación del personal de seguridad, que insiste en invitar amable y repetidamente a guardar el celular a los de “la cola de la gilada”, pero tiene la delicadeza de no ver a los premium y sus iPhones o sus Palms, que por supuesto no sirven para comunicar nada al exterior sino para recordar inofensivos temas de agenda premium, habráse visto.

Y así hasta que llegamos a la caja, en la que un cartelito nos informa que ese señor de barba candado que nos atiende se llama “Cristina Robledo”, lo cual nos hace dudar un poco de la autenticidad de la información. Porque si hoy se llama Cristina, mañana se puede llamar Roberto y seguir no siendo quien dice ser.
Y los cajeros están divididos en dos bandos bien diferenciados: los buena onda y los ortivas a ultranza. El buena onda te ofrece monedas sin que le pidas, te dice que el alcances los papeles que él hace todo, un fenómeno. El ortiva, mira para abajo y escucha, te responde bajito por esos microfonitos que hay ahora y se niega a repetir lo que uno no escuchó, o lo hace pero con una cara de ocote que mata. Con el ortiva se tarda más, y te lo hace saber con su mirada, lo que genera otro motivo de violencia en la cola. Empezamos siendo amigos del querellante colil, pero cuando nos atendieron nos convertimos y somos enemigos.

Igual, de todo lo que se puede padecer en un banco, lo que más me sigue costando es no sentirme un soberano pelotudo cuando no hay nadie y tengo que recorrer las 4 vueltas del laberinto yo solo, como un gil, en lugar de ir derecho por el costadito.

Y sí, no hay una que me venga bien.


Con ustedes, la gilada.

05 November, 2009

Ya estaríamos, ¿no?

Hoy, a pedido del público (?), una nueva entrega de nuestra aclamada sección “cosas que ya no dan para más”.

- Los nombres de bandas o grupos formados por números que reemplazan palabras, como por ejemplo Improvisa2: ya está, ya era choto cuando lo “descubrieron”, ¿qué necesidad de seguir por ese camino? Incluso los gringos lo hacen desde hace años llamando Cali-4-nia a la ciudad de Schwarzenegger*.
- Los elementos del carnaval carioca: no digo que haya que eliminarlos, pero por lo menos renovarlos. No podemos seguir creyéndonos graciosos con el falso cuchillo atravesando nuestra sien o acosando señoritas con el choclo o la banana gigante. Además, los sombreritos siempre son chiquitos y no entran.
- Los grupos de Feisbuc con movidas sociales o los “yo también apago el microondas antes que suene”: con los sociales todo bien, entusiasma ver a miles de personas juntas por un objetivo noble, pero nunca pasa de ahí. Entran a escribir no pertimamos que esto siga sucediendo, les dejo mi apoyo desde Beirut. ¿Y, qué lograste con eso? Si con eso hacemos algo, es otro cantar y me paro a aplaudir. Y los otros grupos... 12000 personas que se anotan para decir ¡¡¡¡Sí!!!! ¡Yo también lo hago! ¡Jajajajajaj! Todo bien eh, de hecho este blog es un gran observador de la cotidianeidad y se basa en esos lugares comunes, pero de ahí a anotarse en cuanto grupo aparezca, es demasiado.
- El chiste de ponerle la mano en el hombro a alguien y preguntarle ¿Sabés cómo garchan los marcianos?; el de Marcelo, agachate y conocelo, el de Enano, agarrámela con la mano y similares. No puede ser que chistes que Corona escribió cuando era abstemio sigan estando en boga.
- Escribir posts sobre cosas que no dan para más.

* La cantidad de horas que habrá perdido Yuarseneguer en su vida, delentreando su apellido. ¿Cómo no se va a volver musculoso y fascista?


Ninguno baja de los 300.000 fans. ¡Imbéciles!

03 November, 2009

Dark of the matinee

Pensando en esto de estar viejo y de descubrirse feliz de quedarse en casa un sábado a la noche, el rewind fue derechito hasta aquellas épocas en que uno salía de casa a las 2 AM en remerita a chupar frío en la parada del bondi, como si fuera el mejor de los planes (que de hecho, lo era). Tremenda la energía que supimos tener en la juventud.

Pero de ahí fui un poco más lejos y me encontré, hace una cantidad de años que se cuenta de a muchos, en aquella (ahora inexplicable) alegría de los sábados a la tarde: la matiné.
Al día de hoy no puedo entender cómo es que miles de mocosos íbamos felices a hacer la cola en el boliche a las 5 de la tarde, con un sol que rajaba la tierra y uno ahí, acicalado y perfumado, con nuestras mejores pilchas, transpirando en la puerta. ¿Para qué? Para después entrar, victoriosos, pecho henchido, y caminar derechito a la barra a tomar un jugo de frutilla.
Pero el plato fuerte llegaba casi cerrando la “noche” (serían las 8, 8 y media con toda la furia): los lentos. Filita india de púberes frente a filita india de pubercitas y “¿Bailás? No”, “¿Bailás? No”, “¿Bailás? No”, hasta que una caída del catre se equivocaba y nos decía que sí. De ahí a la pista, brazos del hombre estirados cual Playmobil, y a tratar infructuosamente de robar un beso. Después, lo de siempre: a veces sí, la mayoría de las veces no, se prendía la luz y uno entendía por qué le habían dicho que sí, etc.

Y así pasaba la noche, larguísima noche hasta eso de las 22, cuando a la mayoría los pasaban a buscar en auto pero, oooooooobvio, a la vuelta, a ver si todavía te ven subir al auto de papi.
Y eso si no me habían rajado a las 7 de la tarde por hacer pogo con los Ramones.

Y lo peor es que después crecemos y hacemos cola para el bondi, bailamos lento con el que te viaja al lado en el subte, el jefe nos dice casi siempre que no y alguna que otra vez que sí hasta que se prende la luz y descubrimos por qué nos dijo que sí...

Ya no sé si extrañar o festejar.


Soul Train, el boliche que me vio nacer (?)

02 November, 2009

Prejuicio

Nuevamente, luego de varios partidos en el banco, el DT confió en mí y me llamó para ingresar al campo de juego. En verdad, no sé qué le pasó a Ale y recibí el temido SMS para que le hiciera el aguante por hoy.

Aclarado el punto, vamos a lo nuestro.

Siguiendo con la temática de confesiones inconfesables de pensamientos extraños (o no) y/o pequeñas manías que no sabemos si somos nosotros solos o qué, les cuento algo que me pasa desde siempre:

Intento identificar la personalidad de una persona en función a sus zapatos.
Es más, viendo los pies (con el calzado correspondiente) de una mujer suelo lograr con gran exactitud si el resto de esa mujer está buena o no. Con respecto a los hombres no tengo esa habilidad, obviamente porque no entiendo (ni nunca entendí) cuándo un hombre está bueno o no para las mujeres. Eso es tema para otro post.

De acuerdo a ese estudio casi científico, podría hasta casi decir de esa persona qué puesto ocupa en la escala laboral, su situación sentimental, etc.

El lugar ideal para este tipo de exámenes es obviamente el subte, donde tenés un muestrario increíble de diversidad, creatividad, mediocridad, pulcritud, dejadez, etc. Todo de una sola mirada.

Lo bueno de todas estas prediciones es que son mayormente incomprobables, con lo cual arbitrariamente me adjudico un porcentaje de efectividad del 95% y me siento un fenómeno.

Una aclaración: no soy un fetichista de los pies ni nada por el estilo, es simplemente un delirio sin ningún tipo de perversión ni fanatismo. También trato de ver qué tipo de ropa interior tienen (o no) puesta las mujeres, pero eso sí tiene algún grado perverso aunque lo disfrace de curiosidad profesional.

Tal vez alguno de Uds. tengan alguna tara similar, o basada en otro tipo de atributos. Los escucho.






Si, ya sé que estoy medio chapita, pero comparado con los fosforitos levantando la cabecita desde la caja para que los elijan no estoy tan lejos...