Tuuuuuuuuu...
- Hola amor.
- Hola bichito, ¿podés hablar?
- Más o menos, pero decime.
- Es un minuto nada más eh...
- Sí, todo bien. ¿Qué pasa?
- Nada, nada, si no podés hablamos después.
- No, decime.
- Bueno, ¿qué querés comer esta noche?
- No sé, cualquier cosa.
- No, no me digas cualquier cosa, decime algo.
- Qué se yo amor, lo que tengas ganas.
- No, cualquier cosa no. Ya no sé qué inventar si siempre tengo que pensar yo qué comemos.
- Bueno linda, ¿milanesas?
- ¿Otra vez milanesas?
- No sé, vos me preguntaste. A mí me gustan las milanesas.
- Sí, porque te las hace tu mamá. ¿No podemos comer otra cosa? ¡Siempre milanesas!
- ¿Qué tiene que ver mi vieja en todo esto?
- Ya la tenés que defender... dejá, yo me encargo de la comida.
- No, pará, ¿qué tiene que ver mi vieja?
- Tiene que ver en que toda la vida te hizo lo que vos querés sin tener que preguntarte, por eso no sabés decirme ni siquiera qué podemos comer esta noche.
- Pero te estoy diciendo: comamos milanesas. Si vos no querés, el problema es tuyo, no mío.
- Claro, el señor pide lo mismo de siempre y si a la señora no les gusta, es problema de la señora. Dejá, me encargo yo de la comida, si total es lo mismo.
- Ok.
- "Ok", "ok". Así es fácil, total me encargo yo de todo.
- Mi amor, comamos lo que vos quieras. ¿No querés milanesas? Ok, pidamos pizza.
- Qué ingenioso... y si no quiero pizza qué, ¿me vas a proponer la genialidad de pedir empanadas?
- Mmmsí... era lo siguiente, sí.
- No te digo...
- Qué.
- Nada. ¿Qué pizza?
- No sé amor, la que vos quieras.
- Muzzarella no, me deprime.
- Bueno, la que vos quieras, mientras no tenga anchoas.
- ¿Qué problema tenés con las anchoas?
- Nada mi am...
- Te estoy cargando, tonto.
- Bueno mi amor, me meto en reunión...
- Ok, besito.
- Ch...
- Amor...
- Qué.
- Te extraño.
- Yo también.
- ¿Sí?
- Sí amor, yo también. Te tengo que dejar...
- Ok ok, andá. Besito, nos vemos esta noche.
- Beso.
- Chau.
- Chau.
¿Me querés?