El gran flagelo

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha sufrido todo tipo de vejaciones y atentados contra la moralidad; desde el asesinato Abel a manos de Caín hasta el programa de Guido Kaczka, históricamente nos hemos visto avasallados por el daño, por la maldad, por el majulismo humano. Pero, de entre todos los males, sin dudas hay uno que sobresale: el engaño, la mentira.

Casi todo en esta vida tiene la finalidad de engañarnos a todos, y sólo por el mero hecho de generar infelicidad. La foto de la hamburguesa en local de comida rápida jamás de los jamases se pareció ni un poco a la hamburguesa real; y lo aceptamos, creyendo que ya no nos engañan, pero llegamos y, para elegir, miramos para arriba y nos dejamos embaucar por esa gigantesca rueda de auxilio con 3 niveles de queso. Y, al mirar al costado, también creemos en la existencia del Empleado del mes que vemos en la foto, sin ser conscientes de que jamás se ha visto a un Empleado del mes en el local. Está demostrado científicamente que usan las fotos que vienen en los portarretratos.

Otra gran obra del mal es el engaño de la papa al horno: esa hija de puta que se ve igual que una papa, huele igual, el color, el tostor y la consistencia de una papa al horno; entonces la mordés y la hija de remil putas es una batata, que dedicó su vida y su muerte al engaño, al displacer del incauto.

Después están los políticos, los avisos de pasta de dientes blanqueadora y Falcioni, pero eso ni siquiera hay que explicarlo.

Head & Shoulders jura que Crischianu Gunaldu se curó de la caspa, y justo ahora le agarró a Messi. ¿Y después nos quieren hacer creer en la partícula de Dios? Andá a cagar.

El empleado del mes.