Comunicate, es simple

Si hay algo que jamás podrá conseguir un mensaje de texto, un mail o cualquier otro sistema tecnológico de comunicación, es la magia de lo escrito en la vida real.
Puedo estar horas leyendo los “chats” en las puertas de los baños, con el sistema más simple que existe: tachar lo que puso el de antes y contestarle abajo. Ejemplo: Dice “Aguante River”. Tachás “Aguante” y le ponés “Puto”. O tachás “River” y ponés “Boca”.

La puerta de baño también sirve para el, al parecer, siempre vigente chiste de poner el celular de otro al grito de “lambo chinos tuertos a domicilio, llamame”. Me pregunto si alguien habrá llamado alguna vez.

En un trabajo que tuve en mi juventud, me habían puesto un cartelito (era una empresa con más de 100 empleados) en la puerta del baño que decía “Alejandro dejá de fumar en el baño”. Eso es comunicación efectiva.

Las paredes, por supuesto, son un festival de creatividad. A la vuelta de casa hay dos pintadas eternas. Una dice “Julieta volvé”, hace unos 15 años. Haya vuelto o no, ya sería tiempo de borrar el mensaje. El otro dice “Rosi es del pueblo”. Nunca leí una forma tan poética de decirle a una mina que es más puta que las gallinas (pobres gallinas, viejo).

Y una que me encanta por ser tan eterna como efímera, es la de los billetes. Un ñato escribe una frase que puede ser la más boluda o la más ingeniosa de la historia, y jamás sabrá qué sensación causó. Está buenísimo. El otro día me dieron uno de dos pesos que rezaba que “Argentinos manda”. Si eso no es fanatismo, ¿qué es?
Otra cosa, todos escriben los de dos pesos, a lo sumo uno de cinco. Nadie se anima a declararle amor a su china en uno de cincuenta, a ver si te lo rebotan en el súper.

Y pensar que hay gente que cree que ponerse una remera que dice "Siamo fuori" es de lo más original.