¡We have to go back!

Y se terminaron mis vacaciones nomás. Estuve en Ilha Grande, Brasil, el mismísimo paraíso, y ya estoy pensando cómo hacer para volver. Como no podía ser de otra manera, faltando unos 3 días para volver ya empecé a pensar en vender todo e irme a vivir allá, como les debe pasar a todos. Eso me hizo replantearme mi realidad de acá, pero es tema para otro día. La cuestión es que la pasé increíble en un país increíble, del cual me traje algunos tips:

- Los brasileros aman su país casi tanto como nosotros odiamos el nuestro.
- Son pobres, tienen dengue, fabelas, enfermedades, falopa y miles de mambos más, pero se la pasan bailando y cantando en cualquier hora y en cualquier lugar.
- Bajando en un teléferico en Río, toda la gente se puso a bailar y cantar “Cidade maravilhosa”, espontáneamente. Si hubiese sido acá, hubiésemos cantado “Mi Buenos Aires querido”, seguido de un tiro en el entrehuevo.
- Al parecer son incapaces de hablar, siempre tienen que gritar.
- Pedís batata y te traen papa, pedís papa y no tienen, pedís pimienta y te traen salsa, morrón, pickles, cualquier cosa menos pimienta. Cuando entienden lo que les pediste, no tienen, obvio.
- Las misas evangelistas se escuchan a cuadras de distancia, ya que deciden democráticamente transmitirla por altoparlantes. O sea, o sos evangelista o sos asesino serial.
- Te cobran la propina incluída en el precio, pero te atienden increíblemente. Me imagino un mozo argentino con la propina asegurada… te tira la pizza por la cabeza y no lo ves más.
- Una lata de cerveza te cuesta 3 reales en el bar, en el kiosko o en un puestito en medio de una isla desierta. Es decir, no te rompen el ocote porque es el único lugar para comprar. ¿Acá? Mmmmhhh…

Y hay más cosas, claro, pero también hay un montón de laburo. Y sí, la vida…

PD: agradezco profundamente a Carlite, que se puso el blog al hombro y le fue más que bien. Mejor que a mí, de hecho. Aunque él diga que no, es parte del staff de SMAEP, y cuando así lo decida, el público verá más posts con su firma.