Paranoia terminal

Recién estaba leyendo un mail de alguien que, como yo, descree de la gran pandemia que nos quieren hacer creer que vamos a vivir. Hay gente enferma, sí. Gente que se murió de algo por lo que hasta hace una semana no se hubiese muerto, sí. Pasó en unos cuantos países, sí. Hasta ahí estamos con lo grave.

Ahora bien, a los que trabajan en los noticieros, los que buscan musiquitas apocalípticas para decorar los informes fatalistas, los dueños de los laboratorios que se frotan las manos, los gobernantes que aprovechan esto para tapar cada uno su chanchullo (que en nuestro país es nada menos que otra plaga, y que sí es real), los comerciantes que aprovechan la necesidad de la gente para forrarse de guita mientras otros comerciantes pagan carísimo el chiste (turismo, gastronomía, etc.), a todos estos les sirve y mucho crear y/o dejar que crezca esta paranoia, este malestar, este miedo. Creo que esta gente hace mucho más daño que cualquier gripe, mientras que la vacuna está al alcance de la mano: mirar la TV con criterio, no volverse histérico, no creer que el mundo se acaba. Hoy me contaba un amigo cómo una chica vio pasar a un grupo de mexicanos por el pasillo de la facultad, se fue corriendo a un aula y le dijo a mi amigo: cuidado, ¡esos son mexicanos!

Yo no descreo de todo, no digo que no haya gripe ni que no haya muerto gente (aunque bien podría ser falso). Yo sólo digo que nos están llevando a un nivel de stress mundial que yo jamás vi, y no pienso subirme. A todos los que quieran compartir esta sintonía de non-paranoia, los invito a poner un buen disco, planear una buena movida y anotarse en algún cursito que les alegre el alma mientra el mundo se crea anticuerpos contra sí mismo.

Salú