Cara de Tuíter

Con la urgencia y la rapidez de reflejos que nos caracteriza, SMAEP ha llegado a Twitter. Raro el Twitter, che.
Todavía no sabría cómo definirlo o decir bien para qué sirve, pero tengo unas sospechas:

- La gente dice "en voz alta" algo que nunca diría en un contexto real: no se me ocurre que alguien se asome por la ventana y grite me estoy preparando una milanesas que no sabés lo que son.
- La cuestión de los caracteres limitados me da claustrofobia: ni siquiera pude ponerle semeapagoelpiloto porque no entra en el usuario, así que allá el DNI dice semeapagoelpilo. Unos hijos de put tragalech.
- La gente dice cosas porque puede: abundan los "tweets" (qué pavada, por Dior) del tipo almorzando o camino a la facu o incluso mirando a Mirtha. ¡¿Y a mí qué carajo me importa?! Si "twitteo" (qué pavada, por Dior) leyendos tweets pelotudos seguro que me "tweetean" (qué pavada, por Dior) que si no me gusta para qué me meto. Y van a tener razón. Todos putos.
- Como me dijo alguien, en cara de libro uno tiene a los "amigos", mientras que en tuíter uno "sigue" a los famosos. Y no falta a la verdad: ya le hablé sin mayor éxito a Damon Lindelof (productor general de Lost) y a Olivia Wilde ("13" de Dr House). Tuve el mismo suceso que la afeitada de Macri.
- El combo tuíter+feisbuc atenta contra la capacidad productiva de cualquier persona, salvo la de los que laburan en dichos sitios.
- Decir "sitio" me da muy viejo.
- El tuíter nos devolvió algo de la magia de gúguel, que feisbuc nos negó: el autobuscarse. Ojo, como dice maestrasuplente, es un viaje de ida.
- Lo voy a seguir usando.

Y qué querés, con esta lluvia (?).

Amalia Granata, 2010. © Ed. Sudamericana.