Composición: tema, la calor

Al igual que pasa cuando llueve, la llegada repentina del calor deja a la gente en un estado de alteración, paranoia y mogolismo difícil de resolver. Salvo la mágica, esperada y absolutamente festejada decisión de las chicas de salir a la calle ayunas de toda indumentaria, todo lo demás da ganas de quedarse encerrado en casa y no salir hasta abril, mínimo.

Para empezar, la gente camina leeeeeento, moooooy leeeeento y eso me genera una ira incontrolable, porque claro, las minas van con la empanada bien ventilada en sus polleritas, pero nosotros los giles vamos por la vida en jean, con las bolas sumergidas en una especie de sopa de cabellos de ángel humana que no da ni un poco. Y ni hablar de los que van con traje, pobres muchachos. Porque el garca de traje anda en auto con aire; el trajeado acalorado es pobre y viaja en subte o tren, frotándose con el resto de la manada y chivando como loco. La vida no es justa.

Eso cuando todavía no llegaste al laburo. Llegás y te encontrás con (además de la cola en el baño de los que se quieren secar la cara chivada) el problema más viejo de la humanidad: la diferencia de temperatura entre hombres y mujeres. Los hombres nos queremos tirar 15 minutos dentro del freezer, y las minitas se quejan de que el aire les pega encima de los hombros y piden apagarlo. Y ahí surge otro mal de esta era: la gente no sabe usar el aire acondicionado. Todos creen que si lo ponés en 18° va a tirar aire más frío que si lo ponés en 23°. Error, señores. La diferencia entre una temperatura y otra indica que el aparato dejará de tirar aire frío cuando el señor indique que llegó a esa temperatura. La temperatura del aire que sale es siempre la misma, no sean perejiles. Y de paso pónganlo en 23° que es un punto ideal y no se gasta electricidad al pedo, ¿tamo?

¿Te das cuenta? Hay que explicarle todo a estos animalitos. Y encima seguro que ahora vienen y dejan sus propios comentarios al respecto. No, si no gano para disgustos, eh.

Así llegué esta mañana. Así no se puede.