Missing skills

Dicen que todos tenemos una habilidad innata, y que la inteligencia de cada uno radica en descubrir cuál es para desarrollarla y perfeccionarla. Para mí que esto lo dijo un ñato cuya habilidad consiste en darse cuenta que no tiene ninguna y hablar de las que tienen los demás.

El mundo, por supuesto, se divide entre los que tienen capacidades útiles y los que no. Entre los primeros encontramos a Messi o al leyente pilotudo y amigo personal Peppers, que tiene la habilidad ninja de levantar de un cucharazo el último pedacito de flan en un plato playo, sin usar apoyo alguno. Y, gente que odio y admiro en partes iguales (aunque por distintos motivos): los vendedores de ropa. Tienen una capacidad inexplicable para doblar remeras y camisas sin dejarles una sola arruguita, y en 3,2 nanosegundos. Lo hacen tan bien que merecen que los maten.

Después están los que saben hacer flores con servilletas de papel, te pueden decir para qué lado va a doblar un auto e inutilidades semejantes, pero por lo menos tienen su habilidad.

Y después estoy yo, que no tengo ninguna. La experiencia me ha permitido hacer más o menos dignamente algunas cosas, pero es sólo fruto del ensayo y error, nada de innatitud. Soy malo para los deportes (aunque juegue al fóbal dos veces por semana estoicamente, para la tristeza de mis compañeros), soy un discapacitado musical, una porquería, bah.

En posts anteriores conté algunas habilidades que tengo, lo cual podría considerarse como una contradicción. Y sí, boludo. Patricia Bullrich pasó por todos los partidos habidos y por haber, ¿y a mí me vas a romper las bolas porque un día digo una cosa y después digo otra? Ni siquiera tengo la habilidad de ser contradictorio dignamente.

Así que, estimados leyentes, toda capacidad innata que tengan debe ser festejada, así sea más inútil que un vicepresidente. Se los dice un renguito.

 No sólo evita que lo maten, además logra que le paguen un sueldo. Eso es habilidad.