Reflexionando

El viernes se hizo evidente algo que jamás estuvo en duda pero que nunca viene mal recordar: la fantasía favorita es empartuzarse.
Lo raro es que mucha gente lo tiene como fantasía insatisfecha, y no termino de saber por qué pasa eso. Porque convengamos, tampoco es que todos fantaseamos con convertirnos en arveja y terminar nuestros días en la ensalada rusa que almuerza Viviana Canosa, cosa que además de imposible sería bastante pelotuda, claro.

Y acá es donde vengo a robar descaradamente una vez más, pero con un genuino interés informativo: realmente me interesa saber por qué no cumplieron esa fantasía. Y como no tengo ganas de usar la página de encuestas que me estuvo invadiendo el rancho esta mañana, la hago a pelo y que se conteste en los comentarios:

Nunca me enfiesté porque...

... no tuve chances, soy más feo que chupar el juguito que chorrea de las bolsas de basura.
... no lo hice mientras estaba soltero, ahora me casé y ya perdí.
... no me animo. Tengo miedo de que no me guste más garchar de a dos.
... no me animo a plantearlo.
... no sé, nunca lo pensé. Pero si seré pelotudo/a, eh.
... sí me enfiesté, giles. Con 2, con 3 y hasta con los quintillizos Riganti.
... no sé, pelotudo, dejame laburar.

Y bueno, eso.