And justice for all

Este mundo nunca va a ser un buen lugar para vivir hasta que no haya justicia. Hasta que el esfuerzo, el trabajo, las buenas ideas y las buenas intenciones no sean recompensadas, la vida seguirá siendo una sucesión de finales cantados, grises y sin felicidad. ¿Ejemplos?

El Coyote: durante 52 capítulos (sí, parece que hubieran sido 900, pero no) pone todo su esfuerzo y su empeño tratando de atrapar a un pájaro cocainómano y fronterizo que sólo sabe decir beep beep, pero sus brillantes ideas quedan en la nada porque una empresa que parece argentina, ACME, hace todos sus productos como el orto.

Tom: uf, ese sí que la sufre. El hijo de puta de Jerry lo boludea, le moja la oreja, pero cuando lo está por agarrar y morfárselo con puré cheff, llega esa gorda imbécil sin cara y le da un voleo en el ocote. Al final, pobre gato, se la pasa cagado de frío afuera mientras el ratón puto ese come ravioles 4 quesos mirando a Marley en un plasma 42’’.

Silvestre: un gato bastante salame, es cierto, pero no menos merecedor de justicia. El canario perverso de Tweety sólo gozaba viéndolo sufrir, y encima contaba con la connivencia de una vieja pelotuda que no veía un choto y se la pasaba cagando a escobazos al pobre felino.

Hasta que el Coyote no agarre al Correcaminos, Tom no se empome a Jerry y Silvestre no se desayune a Tweety, la vida va a seguir siendo una mierda.