En peligro de extinción

Estoy contento. Explico: ayer jueves al mediodía descubro que me falta la tarjeta de débito. Investigación, rememberización, quemada de bocha hasta que me acuerdo que el martes a la noche cargué nafta. Así que anoche, dos días después, voy a la estación de servicio listo para pelearme con alguien. Apenas llego y sin que yo diga ni A, el flaco que me atendió la otra vez me dice “vos venís a buscar tu tarjeta, ya mismo te la traigo. Te la guardé porque si te le encuentran, alguno se llena el tanque gratis”. Me la dio y no aceptó ni propina ni invitación ni regalo ni nada. Lo único que me dijo fue “con que sigas viniendo a cargar acá, alcanza”. Le pregunté si él ganaba más con eso. Su respuesta fue “no, para nada”.

Ese tipo de cosas me pone contento. No por la tarjeta ni la plata ni el ahorro de quilombo posterior, sino por la alegría de ver que todavía hay gente honesta y con buena onda.